Hoy, 31 de diciembre de 2013, es un excelente día para hacer un recuento de mi año. Les comentaré sin pena de lo bueno y malo de estos 365 días. Desde un tiempo para acá algunas cosas no me dan vergüenza, creo por la edad. Lo genial y lo aprendido, sin orden específico: ¡Compramos la morocha por fin! ¡Verdaderamente aprendí que mis acciones y decisiones me hacen libre! Aprendí de la vida de Mandela y lloré su muerte. Aprendí que la sal viene del mar. Compramos el bendito caldero. Confié. Dancé con esencias y aprendí de eso. Di clases por primera vez y resultó ser unas de las mejores experiencias en lo personal y profesional. Entró a mi vida mi amado Cicerón. ¡Y qué experiencia! Estudié muchísimo y aprendí. Limpié como si el mundo se fuese acabar y Dios fuese entrar a mi casa. Llegué a la recta final de los veinte. Cumplí 29 años. Luego de muchas buenas experiencias, decidí independizarme laboralmente y trabajar por mis metas. Me amé tal y como soy. Me conver...
Conozca cómo algunas cosas insólitas, se convierten en noticias cotidianas en un país llamado Venezuela.