En mi fanatismo de ponerle nombre a las cosas, le he dado un término a lo que me sucede todas las noches desde febrero de 2014: #YoConfieso que tengo insomnio mediático.
Todas las mañanas, me levanto reconciliada con la vida, con entusiasmo para hacer mis actividades y con ánimo para hacer mi mejor esfuerzo para que todo a mi alrededor salga perfecto. Pero, como todo comunicador social y venezolana, al levantarme lo primero que hago es revisar las noticias. Esta acción reiterativa ocurre desde mi infancia, tras mis primeras experiencias políticas y eso de "prende el televisor antes de salir para ver si hay gobierno".
Justo tres minutos luego de despertarme, cuando reviso lo que sucede en Twitter, entro en un estado de angustia. Mientras dormía pasaron cosas insólitas: alguien se fue, alguien volvió, heridos, presos, lastimados, declaraciones de autoridades, sentencias, etcétera. A veces no entiendo ni siquiera cuando ocurren, porque horas antes -por ejemplo 2am- estaba frente a la computadora leyendo cuidadosamente cuanta información aparecía en la pantalla.
Leer las noticias se ha convertido un vicio. Siempre lo ha sido para mí, pero estos días se ha recrudecido. Tanto así, que la mayoría de las veces antes de dormir tengo que hacerme autoterapias de relajación y desconexión de mi mente.
Ante esta situación, he visto que no estoy sola. Leo todas las madrugadas a cientos de personas (venezolanas todas) en mi misma situación. No pueden dormir pues les abruma lo que sucede en nuestro país.
La situación va más allá. Hay un conflicto en mi: entre ser responsable de mis ocupaciones diarias con las cuales sostengo a mi familia y los compromisos que he adquirido con terceros, frente a mi preocupación como ciudadana. Creo que si tuviese superpoderes que surgieran en la oscuridad mirandina, sería "super angustia". ¿Quién puede tener una vida normal y equilibrada emocionalmente de esta manera?
El propósito de este post es hacer catarsis. No pretendo generar en usted, estimado lector, ningún tipo de reacción ni opinión. Solo ocupo un espacio de mi tiempo, en comentarle al mundo mi adicción noticiosa. Capaz usted descubra con mis líneas, que también sufre de este síndrome.
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