Les coloco parte de la entrevista, pero visiten Estampas Temática y léanla el texto completo.
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Karla Pérez Poleo y Yhonnathan Cordero Enamorados, criollos y digitales Un guaro y una caraqueña se conocieron en una sala de chat. Pero este no era cualquier site o canal, sino un grupo de conversación de venezolanos, de todas las regiones del país, que había creado un sitio para encontrarse y hablar de todo un poco después de la jornada de trabajo. “Nos conectábamos tarde, siempre los mismos”, recuerda Karla, quien apenas era una adolescente, y la más joven de los internautas, cuando empezó a integrarse al recinto virtual junto a su mamá. Una de las características del chat era que contaba con reglas y coordinadores que evitaban la entrada de non gratos. Y como siempre hay un rebelde que rompe las normas, esta actitud no se hizo esperar y provino de un barquisimetano que se valía de sus conocimientos técnicos —Yhonnathan era estudiante de Ingeniería— para hacer algunas trampas y hacerse, muy frecuentemente, director de las conversaciones. A Karla le irritó tanto la jugada del joven saboteador que estableció contacto con él sólo para reclamarle. Y aquello que comenzó con una discusión terminó en largas pláticas nocturnas e intercambio de fotos. Luego de cuatro meses, el grupo decidió hacer una reunión para conocerse personalmente. Yhonnathan viajó para ver a Karla y tras charlar por algunas horas le robó un beso. Ambos habían hallado una persona con quién hablar y de quién enamorarse. La relación provocó que los padres, sobre todo los de la chica, estuvieran en desacuerdo, pues se trataba de una menor de edad. Sin embargo, ese obstáculo fue superado y el joven demostró que su vínculo con Karla no era un juego. Yhonnathan afirma que, gracias a Internet, desarrolló la habilidad de conocer más a las personas a través de su conversación, sin necesidad de tener contacto visual. Su novia señala que esta opción digital para conocer gente representa un riesgo. “Aquí te enfrentas a algo que no vas a ver”, dice. Desde la fecha en la que se vieron por primera vez ya han transcurrido seis años. Ahora el novio no vive en Barquisimeto. Hace dos años decidió dejar atrás la distancia, las interminables horas de conexión y teléfono, las lágrimas, los frecuentes viajes para ver a su amada y, cuando se le presentó la primera oportunidad para establecerse en Caracas, no lo pensó dos veces. La pareja confiesa que ya hay planes para “saltar al agua”. |
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