Fuente: Visor
Edgar Ramírez es la novedad en el reparto de El ultimátum de Bourne, tercera parte de la saga protagonizada por el oscarizado Matt Damon, que en España se estrena el próximo 14 de agosto. Ramírez se hace cargo del papel de Paz, uno de los asesinos de Blackbriar.
El actor venezolano charló con Metro de sus inicios y de su “paso al cine”, que piensa que sucedió “de una manera muy orgánica”. Trabajaba como periodista de comunicación política y por influencia de su padre vivió en diferentes lugares del mundo, algo que le ayudó mucho a desarrollarse.
“En la universidad había hecho cortometrajes, pero detrás de la cámara. He recogido cables, he sido asistente de cámara, he llevado los cafés y el agua, he pasado por todos los estratos. También quería ser actor, pero mi vida iba por otro lado”, recuerda Ramírez.
Hace seis años, rechazó una propuesta para actuar: “El que me la hizo fue nada menos que Guillermo Arriaga y la película era Amores perros”.
La propuesta de Arriaga llegó tras ver a Edgar en un corto que hizo con unos amigos: “Me dijo que yo había nacido para ser actor, que era un profesión dura pero que tenía que arriesgarme. A mí me parecieron palabras mayores y no me atreví. Ni me arrepentí, ni me frustré, pero me generó un interrogante en la cabeza”.
“Uno de mis puntos fuertes es mi físico. Soy de complexión mediana, blanquito y domino el inglés sin acento”, confirma Edgar. Así que, por fin, se lanza a su primera película, Punto y raya (2004): “Llamó la atención de
Su primer shock cinematográfico no tardó en llegar: “Scott me la jugó porque me desnudó en lo alto de 40 pisos, la gente pensaba que me iba a suicidar y así supe que tenía vértigo. Más tarde tuve que hacer escenas de amor en el desierto de Nevada”, explica Ramírez.
Este joven actor asegura que “el ejercicio creativo” se lo toma con más calma “que cuando entrevistaba a políticos”. Sobre El ultimátum de Bourne, dice que le ha zurrado a Damon “lo suficiente”, aunque opina que en esta película no hay “buenos o malos al uso”.
Destaca que en las escenas de persecución por Nueva York se dio cuenta “del miedo que tienen aún los neoyorquinos”.
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